¿Cuáles son los tipos de motricidad?

¿Cuáles son los tipos de motricidad?

Correr, saltar, agarrar un lapiz de color y dibujar son habilidades que la mayoría damos por sentado, cuando en realidad se tratan de logros enormes en el desarrollo de los niños. Hasta el simple hecho de levantar un dedo necesita de todo un trabajo en equipo entre músculos, huesos y articulaciones (sistema locomotor). 

Es ahí donde entra la motricidad, que es la encargada de coordinar todo lo que hace el sistema locomotor para que los movimientos no solo sean reacciones aisladas, sino acciones con sentido. 

Gracias a esa conexión los niños de nuestro colegio humanista pueden caminar sin caerse, sostener un juguete, dar saltos o colorear dentro de una figura. Para cada uno de estos procesos intervienen dos tipos de motricidad: gruesa y fina. ¡Conócelos!

Motricidad gruesa

La motricidad gruesa se refiere a los movimientos amplios que involucran grandes grupos musculares. Desde los primeros meses de vida ya se empieza a trabajar: cuando un bebé levanta la cabeza, gira sobre sí mismo, gatea o da sus primeros pasos está ejercitando este tipo de motricidad. 

Áreas de impacto de la motricidad gruesa

A medida que crecen los niños van perfeccionando estas habilidades hasta lograr movimientos más coordinados y seguros. Este proceso no solo fortalece músculos y huesos, también impulsa la confianza para explorar, jugar y relacionarse con el entorno. 

Su importancia se refleja en varias áreas clave del desarrollo infantil como las siguientes:  

1.- Control corporal 

La motricidad gruesa ayuda a que los niños aprendan a manejar su cuerpo en diferentes situaciones. Este control progresivo les da confianza y les permite moverse de manera más libre. 

2.- Desarrollo físico 

Cada movimiento que implica la motricidad gruesa fortalece al sistema locomotor. Gracias a ellos se mejora la postura, coordinación y resistencia física, creando la bases para que los estudiantes del colegio Aguascalientes puedan realizar actividades complejas. 

Además, este desarrollo físico temprano influye directamente en su salud y bienestar a largo plazo.

Ejemplo de motricidad gruesa

Motricidad fina 

La motricidad fina implica la coordinación de movimientos pequeños y precisos, generalmente realizados con las manos y los dedos. Ejemplos claros, son escribir, abotonar una camisa o tocar algún instrumento.

Importancia de la motricidad fina en el desarrollo infantil 

A diferencia de la motricidad gruesa, que se centra en movimientos amplios, la motricidad fina exige mayor concentración y control para realizar tareas delicadas. Gracias a ella, los estudiantes son capaces de manipular objetos pequeños y coordinar acciones que requieran precisión. 

Su importancia se refleja en distintos aspectos del crecimiento infantil que acompañan a los niños en la vida diaria. 

1. Autonomía

Por un lado impulsa la autonomía, permitiéndoles realizar actividades básicas sin tanta ayuda de los adultos.  Estos pequeños logros no solo les facilitan el día a día, también fortalecen su autoestima, pues se sienten capaces de hacer cosas por sí solos.

2. Desarrollo cognitivo

La motricidad fina también está directamente vinculada con los procesos de aprendizaje. Al sostener un lápiz, trazar líneas, dibujar o recortar, los niños ejercitan la coordinación ojo-mano y activan áreas cerebrales relacionadas con la memoria, concentración y resolución de problemas. 

Estas experiencias son fundamentales para el desarrollo de habilidades académicas como la lectoescritura y las matemáticas.

¿Cómo se fortalece la motricidad fina y gruesa?

Ayudar a que los niños desarrollen su motricidad desde los primeros años es importante, pero también hay que tener claro que cada uno lleva su propio ritmo. No todos aprenden a la misma velocidad ni hacen las cosas al mismo tiempo, y está bien. Lo ideal es darles muchas oportunidades de moverse, jugar y probar cosas nuevas para que, poco a poco, vayan mejorando tanto su motricidad gruesa como la fina.

La motricidad gruesa se fortalece con actividades que hagan trabajar todo el cuerpo: correr, saltar, bailar, jugar en el parque, trepar o andar en bici. Todo lo que implique moverse y gastar energía les ayuda a tener más fuerza, equilibrio y seguridad.

La motricidad fina, en cambio, se trabaja con actividades sensoriales que usan las manos y dedos. Cosas como dibujar, colorear, cortar con tijeras, armar rompecabezas, o jugar con plastilina son perfectas para mejorar la precisión y la coordinación.

Ejemplo de motricidad fina

¿Cuál es el impacto de la motricidad en la educación?

La motricidad, tanto fina como gruesa, no solo ayuda a los niños a moverse mejor o a ser más independientes en su día a día, también tiene un impacto directo en su aprendizaje dentro del aula. Muchas de las actividades escolares requieren que los pequeños tengan un buen control de su cuerpo y de sus movimientos para aprovechar al máximo las experiencias educativas.

Por ejemplo, la motricidad fina es fundamental para escribir, pues cuando un niño no tiene bien desarrollada esta habilidad, puede cansarse rápido, frustrarse o incluso perder interés en la actividad. 

De suceder, es importante que se refuerce la habilidad, al mismo tiempo que se le recuerde al niño que no necesita ser perfecta para avanzar. El objetivo es que poco a poco gane confianza, disfrute la experiencia y entienda que cada intento lo acerca a hacerlo mejor.

Actividades como, jugar con plastilina, usar pinzas para mover objetos pequeños o practicar trazos grandes antes de pasar a la escritura, pueden ser de gran ayuda. Lo más importante es mantener un ambiente de apoyo y paciencia, donde el error no se vea como un problema, sino como parte natural del aprendizaje.

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